Más Allá de los Misiles: Como Israel y EE. UU. Desmantelan el Eje Energético China-Irán

Por: Ricardo Abud

Estamos siendo testigos de algo sin precedentes en el Medio Oriente. Israel e Irán están intercambiando ataques en el quinto día de conflicto, pero esto no es una escalada más. Es una guerra de objetivos estratégicos específicos con implicaciones globales que van mucho más allá de la región.

Lo que está sucediendo no es casualidad. Israel ha atacado el depósito de Shahran, donde los bomberos aún luchan por controlar las llamas, y también golpeó un importante depósito de petróleo cerca de Teherán. Estas no son decisiones tácticas aleatorias: son golpes quirúrgicos diseñados para desmantelar el proyecto energético más ambicioso que Irán y China han construido juntos.

Las llamas que consumen hoy el puerto petrolero de Shahran, en Irán, no son solo fuego. Son símbolos. Son una advertencia. Y también son el eco de una guerra que no se libra únicamente con misiles ni en conferencias diplomáticas, sino en los ductos, las refinerías, los ferrocarriles y los mapas secretos del poder.

Shahran, más que un puerto, es una arteria vital del crudo iraní. Es donde el Estado persa consolida buena parte de su infraestructura energética. Atacar ese corazón no es solo asfixiar a Irán: es golpear una red de intereses que conecta a China, Rusia y el sur global. Es dinamitar un eje alternativo al que durante décadas ha dominado Estados Unidos.

China había construido con paciencia una ruta ferroviaria directa a Irán para transportar petróleo y gas sin depender de las vulnerables aguas del Estrecho de Ormuz. Era una jugada audaz, incluso elegante: un corredor terrestre que evitaba el ajedrez naval dominado por la flota estadounidense. Hoy, esa apuesta tambalea. Porque si Irán no puede garantizar el suministro ni siquiera dentro de su territorio, entonces ni ferrocarril ni promesa alguna bastan. Y China, aunque con discreción oriental, observa con creciente incomodidad.

¿A quién conviene todo esto? ¿A quién le sirve que el petróleo escasee, que el gas suba, que la energía se convierte otra vez en arma? Las miradas apuntan a Israel, cuya relación con Irán ha sido durante años una historia de amenazas cruzadas. Pero la presión, dicen muchos analistas, lleva firma estadounidense. Para Washington, frenar a Irán es también frenar a China. Porque en un mundo donde la energía fluye por rutas no controladas por Occidente, el equilibrio global comienza a cambiar.

Cuando vemos las imágenes de las llamas consumiendo las instalaciones petroleras de Shahran, no estamos viendo solo un ataque militar. Estamos viendo la interrupción deliberada de la columna vertebral energética que conecta a China con los recursos iraníes. Este puerto maneja el 85% del comercio marítimo iraní y es el punto de partida crucial para las exportaciones petroleras hacia el gigante asiático.

Los misiles israelíes atacaron dos instalaciones energéticas en el sur de Irán, incluyendo el campo South Pars, frente a la costa de la provincia sureña de Bushehr, el campo gasífero más grande del mundo. La precisión de estos ataques no es coincidencia: Israel está apuntando específicamente a la infraestructura que permite el flujo energético hacia China.

China había completado esa ruta directa ferroviaria desde China hasta Irán para transportar por ferrocarril y evitar la vulnerabilidad del transporte marítimo que Estados Unidos podría bloquear. Ahora, con los ataques a la infraestructura energética iraní, esa estrategia se desmorona.

El timing de estos ataques no es accidental. Justo cuando China e Irán habían logrado establecer:

  • Rutas terrestres alternativas que evitaban el control naval estadounidense.
  • Acuerdos comerciales a 25 años por $400 mil millones.
  • Sistemas de pago que evadían las sanciones occidentales.
  • Infraestructura logística que reducía los tiempos de tránsito de 40 a 15 días.

Israel, con el respaldo estadounidense, está desarticulando sistemáticamente cada uno de estos pilares.

Para Beijing, lo que está sucediendo en Irán representa una amenaza existencial a su estrategia de diversificación energética. China no puede permitirse depender exclusivamente de las rutas marítimas controladas por la Marina estadounidense, especialmente cuando las tensiones en el Estrecho de Taiwán pueden escalar en cualquier momento.

Los Dilemas Estratégicos de Beijing

  • ¿Intervenir o no intervenir? China se debate entre proteger su inversión iraní y evitar una confrontación directa con Israel y Estados Unidos.
  • Alternativas energéticas: La crisis fuerza a Beijing a reconsiderar su dependencia del petróleo iraní con descuento.
  • Credibilidad regional: Si China no puede proteger a su principal socio energético en Medio Oriente, ¿qué dice eso sobre sus ambiciones globales?

Para Irán, esta guerra representa un ataque directo a su supervivencia económica. El número de muertos desde el inicio de los ataques israelíes ha aumentado a 224 y más de 1.200 heridos, el 90% de los cuales son civiles. Pero más allá del costo humano, está el costo estratégico.

El Dilema Iraní

Irán se encuentra en una posición imposible:

  • Si no responde, pierde credibilidad regional y doméstica.

  • Si responde proporcionalmente, da a Israel la justificación para una escalada mayor.

  • Si busca involucrar a China directamente, arriesga perder su único socio económico viable.

La brillantez, o quizás la "diabólica brillantez", de esta estrategia radica en que permite a Estados Unidos e Israel lograr dos objetivos simultáneamente:

Contener a China

  • Privar a Beijing de acceso a recursos energéticos baratos.

  • Forzar a China a depender de rutas marítimas controladas por Estados Unidos.

  • Demostrar que las inversiones chinas en regiones "hostiles" no están seguras.

Aislar a Irán

  • Destruir la infraestructura energética que genera divisas para Teherán.

  • Eliminar la válvula de escape económica que representaba China.

  • Forzar a Irán a negociar desde una posición de debilidad extrema.

Quienes pagan: "los tontos de los europeos" sufren las consecuencias de esta guerra energética. Los precios del petróleo saltaron el viernes y cerraron $7 más altos, mientras que los precios del petróleo subieron más del 4% el martes.

Europa se encuentra pagando el precio de una guerra geopolítica en la que no es protagonista, pero sí víctima. Mientras Macron y la élite europea "dicen sandeces", los consumidores europeos enfrentan:

  • Precios energéticos disparados.

  • Inflación renovada.

  • Dependencia energética aumentada de proveedores tradicionales.

  • Vulnerabilidad geopolítica extrema.

Lo que estamos viendo va más allá de una guerra regional. Es la reconfiguración violenta del orden energético global. Los mercados han ignorado en gran medida el conflicto Rusia-Ucrania y la guerra Israel-Hamás. Pero el conflicto de Israel con Irán aún está en sus primeros días.

Las consecuencias son varias, se podría señalar:

  • Mercados financieros: Los mercados bursátiles mundiales cayeron y los precios del petróleo se dispararon.
  • Cadenas de suministro: Las rutas alternativas China-Irán se vuelven inviables.
  • Alianzas estratégicas: El eje China-Irán-Rusia enfrenta su primera crisis existencial.
  • Orden multipolar: El proyecto de un mundo multipolar recibe un golpe devastador.

Mientras tanto, en Europa, los gobiernos reaccionan tarde y mal. Atrapados entre la dependencia energética, la obediencia estratégica a EE. UU. y un discurso de derechos que suena cada vez más oscuro, los ciudadanos europeos pagan la factura. Literalmente. El gas se encarece. La gasolina sube. Y la pregunta que pocos se atreven a hacer es si no están siendo peones de un juego que no comprenden del todo.

Este no es un conflicto entre buenos y malos. Es una lucha por el control del futuro. Y como casi siempre en la historia, se libra sobre la espalda de los pueblos, de los trabajadores, de los hogares que prenden la calefacción sin saber que el fuego que arde en Shahran también les toca a ellos.

Esta no es una guerra entre Israel e Irán. Es una guerra por el control del futuro orden energético mundial. Israel y Estados Unidos han calculado que destruir el eje energético China-Irán vale cualquier costo regional, porque preserva el control occidental sobre los flujos energéticos globales.

Para China, esta crisis representa un momento de definición: ¿está dispuesta a defender militarmente sus intereses energéticos globales o se retirará a una posición defensiva? Para Irán, es literalmente una cuestión de supervivencia económica y política.

Para Europa, es otra dolorosa lección sobre el costo de no tener una política energética verdaderamente independiente. Mientras los líderes europeos pronuncian discursos diplomáticos, sus ciudadanos pagan precios energéticos disparados por una guerra geopolítica que expone su
total vulnerabilidad estratégica.

El fuego en Shahran no es solo petróleo ardiendo. Es el símbolo de un orden mundial en llamas, donde la guerra energética se ha convertido en el campo de batalla principal para determinar quién controlará el siglo XXI.

NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE


Nota aclaratoria:  Los centro de poder en EEUU, Casa Blanca, Pentágono y la CIA, sabían del ataque a Iran,  The Wall Street Journal (https://chamosaurio.blogspot.com/2025/06/wsj-trump-aprobo-en-privado-atacar-iran.html ) así lo confirmó, otro dato curioso es el Índice Pizza (https://chamosaurio.blogspot.com/2025/06/el-curioso-indice-que-predijo-en-eeuu.html) que demuestra que algo estaba pasando. El índice pizza: Es un  curioso termómetro que no aparece en informes oficiales, pero es bien conocido en pasillos del poder. ¿En qué consiste? Simple: cuando hay muchos pedidos nocturnos de pizza a lugares como el Pentágono, o centros de comando militar, algo importante está ocurriendo. Y estos días, las pizzerías cerca de esos sitios no daban abasto. Aunque parezca trivial, este índice ha anticipado eventos clave en el pasado: desde la operación contra Bin Laden hasta ataques aéreos en Siria. Hoy, con el cruce de fuego entre Teherán y Tel Aviv, el “índice pizza” subió de forma abrupta. .

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